Esta ruta se realizó en dos convocatorias, domingos 22 y 29 de septiembre; ya que, aunque los Tejos se encuentran en la Zona Periférica de Protección del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, el lugar donde se sitúan en el Arroyo Barondillo es de extremada fragilidad ecológica por lo que conviene que la visita se efectúe en grupos reducidos, no más de 25 personas. Ignacio Cascajero, el guía en esta ocasión se ofreció a repetir los dos domingos consecutivos para trasladarnos la importancia del entorno y el extraordinario valor de estos tejos milenarios.

Puente de la Angostura

Os relato la jornada que disfruté, domingo 29 de septiembre, aunque también os incluyo fotos de instantes de la jornada del domingo anterior que Manuel Chamorro, ha sido tan amable de facilitarme para completar el reportaje.

Comenzamos la mañana muy temprano en el punto acordado el área recreativa de La Isla. La temprana hora del día hizo que pronto iniciáramos la marcha para que el movimiento neutralizara el rigor de la temperatura mañanera. Eso sí, nos saludamos con profusión, expresando la añoranza por el intervalo de los meses de verano.

 Iniciamos el recorrido siguiendo la orilla del arroyo de la Angostura, el paraje era espectacular, y los olores primero de los pinos y luego del bosque de ribera, acentuaban ese clímax que te ofrece el bosque a los que ansiamos disfrutar de su compañía.

Después de un pequeño trecho, llegamos a la Presa del Pradillo. Construida en el siglo XX a fin de dotar de agua,  mediante un canal que sale del margen derecho de la presa, a la antigua Fábrica de la luz a la entrada de Rascafría, hoy desaparecida.

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El salto del agua de la presa, nos ofrecía un mágico espectáculo de agua y luz.  Después de despertar del ensueño y disipar a gnomos y hadas, Ignacio nos contó que cuenta con seis metros y medio de altura, que durante todo el año, el agua cae infatigable,  y que, actualmente, aunque ya no ofrece la función para la que fue concebida, sigue manteniendo el lazo, de alguna manera, con la electricidad, ya que Iberdrola es la responsable. Al otro lado, las aguas del embalse ofrecen un impresionante espejo, donde se refleja la variopinta diversidad cromática del bosque que le enmarca y las cumbres montañosas, coronadas en el invierno por la alba nieve de sus cimas.

También nos comentó que el arroyo que la alimenta es el arroyo de la Angostura, tomando ese nombre por lo angosto del valle que atraviesa. Más tarde, se junta con arroyo del Aguilón tomando en Rascafría el nombre de Lozoya. Entre los peces que habitan en el arroyo podemos encontrar truchas barbos, carpas, …

Seguimos adelante, por el camino viejo del Paular, en parte desaparecido, que unía el monasterio del Paular con el palacio de caza de Valsaín de Felipe II, atravesando el puerto del Paular (que actualmente se denomina Cotos), las pesquerías reales hasta llegar a Valsaín. Más tarde, Felipe V amplía este camino hasta el palacio de la Granja.

Dejamos el camino viejo del Paular, para tomar la colada de las Vueltas.

Puente de la Angostura

Llegamos al puente de la Angostura, del siglo XVIII mandado construir por Felipe V primer Borbón de España, para facilitarle los viajes desde la Granja de San Ildefonso al Monasterio del Paular.

Un poco más adelante, para no obstruir el paso, Ignacio nos explicó con más detalle el contexto del lugar que perteneció a la Ciudad y Tierra de Segovia desde el siglo XII, habitado por repobladores segovianos del tiempo de la Reconquista. Administrativamente dividieron el terreno en Sexmos (Comarcas), denominando este lugar Sexmo de Lozoya. En el siglo XVII, en1675 la corona se los expropia (Real Cédula de Carlos II) a Segovia y se los dá a los cartujos del Monasterio del Paular que ya tenían los derechos a explotación de pastos para su ganado.

Más tarde, en el siglo XIX la desamortización de Mendizábal, expulsa a los monjes del monasterio y expropia los terrenos, entre los que se encuentran los extensos pinares. Los compra Andrés Andreu burgués de Madrid, comprador récord de fincas y solares en Madrid en la desamortización, un señor con mucho dinero y muchos contactos. Los consistorios de alrededor del Paular quisieron hacerse con estos terrenos, que suponían la vida para sus moradores, pero el elevado precio que se estipuló, sin salvaguarda para los vecinos que trabajaban en ellos y del que dependía su sustento, conllevó, como en muchos otros lugares de la sierra de Guadarrama y de España, la apropiación de la tierra por burgueses sin ningún vínculo con el territorio.  El señor Andreu, pagó la friolera de siete millones de reales por los pinares y el monasterio. Inmediatamente, explota la madera que le supone unos ingresos importantes. 

A los dos años de la compra, se interesan por los terrenos unos belgas y se lo compran por una cantidad muy, muy superior. Supuso para el tal Señor Andreu un negocio redondo, aliñado además, con los beneficios obtenidos por la venta de la madera.

Se funda entonces, la Sociedad Belga de Pinares del Paular, empresa familiar. Además, el Señor Andreu, les vende uno de sus solares en la capital, cerca de Atocha y del Paseo de Recoletos, actualmente, la finca detrás del Caixaforum, que entonces, era el Hospital de los Agonizantes de Santa Rosalía de Palermo. Allí, en 1840, los Belgas ponen oficinas, aserradero y almacén, hoy continúa la fachada con el cartel:  Aserradero en Rascafría, la Cabrera y Villalba. Os facilito el siguiente enlace que detalla estas instalaciones del patrimonio industrial madrileño.

https://patrimonioypaisaje.madrid.es/FWProjects/monumenta/contenidos/Monografias/ficheros/Serrerias-Belgas.Memoria-Historica.pdf

Posteriormente, en 2021 El organismo autónomo de Parques Nacionales (OAPN) compra a esta compañía estos pinares, antes denominados Pinar de los Belgas y que ahora vuelven a ser el Pinar de Cabezas de Hierro. No obstante, hay que significar que siempre estos pinares estuvieron muy bien gestionados, como detalle, en 1989 quedaban 12 individuos de buitres negros, y en 2021, el año de la venta a Parques Nacionales se contabilizaron 50 parejas de buitres negros. En estos parajes también hay águila imperial, pico picapinos, búho real, etc.

Os facilito estos enlaces para completar la visión.

https://www.lesillustrationsdelapin.com/reportage/rascafria

https://guadarramistas.com/2015/04/30/pinar-belgas-sociedad-belga-pinares-paular-rascafria/

Nos adentramos por la pista forestal entre pinos silvestres, rebollos, acebos y tejos, que comenzaban a aparecer. Entre 1300-1400 metros de altitud,  en la parte norte, con humedad, es cuando aparecen los tejos procedentes de estos tejos milenarios que vamos a encontrar un poco más adentro y más arriba.

Avistamos más adelante, casi al final de la pista forestal ocho o nueve buitres negros, merodeando el lugar, no sabemos si es que olían a camineros cansados a punto de….o cualquier otro animal de la foresta que deseaban degustar.

Después de atravesar el arroyo de Barondillo, y por un camino un poquito más complicado, llegamos al Tejo de la Roca.

Más adelante, encontramos la Teja de Barandillo o Valhondillo (Taxus baccata), se le calculan entre 1600-1700 años. Es el ser vivo más anciano de la Comunidad de Madrid y de la Sierra de Guadarrama, coetánea de los visigodos, y probablemente de los más longevos de la península ibérica. 

La teja tiene un tronco hueco de unos 3 metros de diámetro, goza de buena salud y se le han realizado sucesivas podas de ramas enfermas. Tiene una altura de 8 metros, una copa de 15 metros de anchura y 9,10 metros de perímetro de tronco. En 1985 fue protegido por la Comunidad de Madrid al entrar en el catálogo de especies protegidas en la categoría de árboles singulares.

El tejo es venenoso, raíces, tronco, hojas, semillas, … La taxina  es el aceite esencial venenoso. Casi todas las partes del árbol son ricas en alcaloides tóxicos, cuya ingestión puede provocar la muerte. El arilo o baya es la única parte del árbol que no es venenosa y está libre de taxina, aunque la semilla que contiene si es tóxica.

Es venenoso para ovejas y caballos, aunque en alguna época del año, tiene menos taxina y pueden alimentarse cabras, corzos, etc. Para las aves no es venenosa ya que no trituran el alimento antes de digerirlo.

En el siglo XX, se descubrió el Taxol, producido por hongos situados debajo de la corteza del tejo. Producto muy efectivo contra algunos cánceres muy extendidos entre los humanos. Afortunadamente, ahora se ha sintetizado en los laboratorios, despareciendo esta amenaza para la población superviviente de tejos.

Otra curiosidad de esta teja es el gran hueco del tronco. Ignacio nos explicó que, en este caso,  el árbol se alimenta por una capa finita, película de milímetros debajo de la corteza, por donde sube la savia bruta y baja la savia elaborada.

El nombre de la especie es Taxus baccata, algunos afirman que «taxus» proviene del vocablo «taxon», que en griego significa arco, y que por tanto este término derivaría del empleo preferente de la madera de tejo para elaborar los arcos desde la antigüedad. Por otro lado, se considera también que «taxus» viene del término griego «toxon» en referencia directa a la toxicidad del tejo, tan conocida de antiguo y temida por el hombre.

El tejo era un árbol sagrado para los celtas, se ubicaba en sitios singulares, honrando la vida por su longevidad ya que les sobrevivían y heredaban las siguientes generaciones.

Una curiosidad… la expresión “tirar los tejos”, y dos versiones. Los celtas, tenían por costumbre que fueran las mujeres quienes eligieran esposo. Cuando una mujer celta tenía elegido al hombre con el que quería casarse, le lanzaba ramitas de tejo para darle a conocer su decisión.

Otros afirman que el origen de esta expresión proviene de un antiguo juego llamado el tejo, que consistía en tirar una piedra o trozo de teja (habitualmente caído de algún tejado y conocida como tejo) contra un palo de madera clavado/depositado en el suelo y cuyo objetivo era derribarlo. Normalmente se jugaba en plazas o parques públicos y en los que mientras unos jugaban otras personas paseaban o estaban sentadas en algún banco cercano. Era usual que, cuando a algún muchacho le gustaba una de las chicas que por allí se encontraban, tirase el tejo a una distancia cercana de donde ésta estaba y, con la excusa de ir a recogerlo, aprovechase para insinuarse, charlar o hacerle ver su interés por ella.

Otra anécdota de la mañana fue la capacidad de Ignacio, que parece tan serio y formal, de multiplicar los kilómetros del recorrido, según avanzábamos en la marcha. Es decir según íbamos recorriendo kilómetros y ,cada vez que preguntábamos, nos quedaban más.

Regresamos por el margen derecho del arroyo de la Angostura, admirando este rincón privilegiado de la Sierra de Guadarrama.

Llegamos al punto de partida, esperando volver a vernos cuanto antes. Agradecer también a M. José Calvo la aportación fotográfica.

 

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