El pasado domingo, 30 de junio, nos encontramos para conocer los alrededores de el Escorial. La ruta era circular comenzando en la estación ferroviaria para, de la mano de José Ignacio Cascajero Carnicer, ingeniero de Montes https://sociedadcamineradelreal.org/guia-de-plantas-de-la-sierra-de-guadarrama/ y M. José Calvo Martín, nuestra arqueóloga favorita, conocer los pormenores históricos y naturales de esta zona tan singular.
Después de salir de núcleo urbano, llegamos al llamado puente romano, puente sobre el arroyo del batán, que, según Iñaqui y la mayor parte de la cartelería de El Escorial, es romano; sin embargo M. José explicó, que hay que salir del tópico al uso, cualquier construcción en España de piedra es romana, ya que por ejemplo, este puente parece de origen medieval, modificado posiblemente en la época de Felipe II, con sólo un ojo y capiteles escurialenses, muy parecido a otros de la época, aunque mucho más pequeño, como el puente nuevo de la Navata y el puente del Tercio bajo el embalse de Valmayor. Chocaba un poco que nuestros guías disintieran de tal manera, pero cada uno razonaba su tesis.
Proseguimos el camino, llegando a una dehesa donde pudimos observar los árboles más comunes del lugar: fresnos, roble melojo o rebollo, arce de Montpellier y castaños.
Proseguimos el camino, hacia la finca el Chicharrón.
El día estaba nublado, destacando aún más, la belleza del paisaje que admirábamos. Las nubes cubrían «las Machotas» y se desplazaban hacia el monte Abantos. Fascinaba su danza. Al tiempo, intentábamos adivinar si el baile de nubes vendría acompañado de agua.
Llegamos a la puerta de la finca, un lugar con una panorámica soberbia. Los guías, Iñaki y M. José, nos contaron que Felipe II, conoció estos parajes en sus viajes a Segovia, y uno de los factores que determinó su elección para construir el monasterio, fue que se encontraba equidistante entra Ávila, Segovia y Madrid. Adquirió los parajes “La Herrería” y “La Fresneda” en 1563 y “El Campillo” y “Monesterio” en 1594 junto a otras propiedades más pequeñas, llegando sus terrenos de caza hasta las faldas del monte Abantos y Cuelgamuros. En estos terrenos se cazaba todo, perdiz, lobo, zorros, linces, ciervos, venados, corzos. Los osos desaparecieron en la zona en la época de su padre, aunque Felipe II cazó un oso en el Pardo. También se cazaban Cebros o encebros. Era un animal parecido al caballo pero más pequeño y más veloz, de color gris-oscuro, mancha negra en el cuerpo y cabeza., del codo para abajo rayas blancas y negras. Estos animales desaparecieron en la zona por la época de Juana I. Más tarde, por sobrecaza se extinguieron todos los ejemplares en la península ibérica.
Todos estos terrenos, unas diez leguas de circunferencia (51 km) los rodea con una pared de piedra seca, un área de unas 9.960 ha, con el doble objetivo de delimitar el Bosque Real y evitar la salida de la caza mayor y la entrada de intrusos, Felipe II comenzó a construir una pared de piedra seca que rodeara todo el conjunto, culminada por Carlos IV en 1788.
La Gran Cerca tuvo, con Carlos IV, nuevos “saltaderos” o terraplenes que dejaban entrar (pero no salir) la caza y 10 puertas: Las Navas, Chicharrón, Valdemorillo, Tercio, Navalquejigo, Las Zorreras, Las Cabezuelas, Guadarrama, Cuelgamuros y San Juan de Malagón. Después se disgregó la unidad con Fernando VII, el terreno se dividió en pequeñas parcelas administradas como explotaciones agrícolas y ganaderas en régimen de arrendamiento. Más tarde, con las desamortizaciones de Mendizábal y Mádoz, se malvendieron muchas propiedades y fincas, perdiendo la unidad del conjunto. Una de ellas fue la finca de los Ermitaños, en los años 20 cerraron el camino público que la atraviesa y, en el año 2015 se abrió de nuevo el camino por la presión de los vecinos y las asociaciones, entre ellas esta Sociedad Caminera del Real de Manzanares. Es fundamental que usemos los caminos, para evitar que desalmados se apropien de estos pasos públicos que ancestralmente han sido de uso popular para trasladar ganado, enseres y personas, y no particular, es decir de uso privativo. Más información sobre la cerca y el territorio histórico del El Escorial podéis encontrarla en un dosier publicado por Entorno Escorial https://entornoescorial.blogspot.com/2013/05/la-importancia-del-territorio-historico.html
La Comunidad de Madrid declaró Bien de Interés Cultural, en la categoría de territorio histórico, de El Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial constituido por la Cerca Histórica de Felipe II. En 2009 el Territorio Histórico fue incluido en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama pero sin más elementos de protección. Según los últimos estudios realizados al respecto, el estado general de la Cerca Histórica es bastante lamentable, por este motivo, varios tramos de la Cerca Histórica de Felipe II se incorporaron en 2022 a la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra (www.listarojapatrimonio.org) y que recoge más de mil monumentos españoles que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores.
Después Ramón García Ada, nos comentó sobre las plantas que teníamos alrededor
Cardo borriquero. Raíz y capítulos floridos se usaron como diuréticos, febrifugos y estomacales; también como antisépticos cutáneos. Los tallos tiernos pueden comerse como espárragos, las hojas basales como los cardillos; el polen como sucedáneo del azafrán y para adulterarlo.
Las hojas machacadas de Gordolobo se vertían en remansos de ríos y arroyos para atontar a los peces y depredarlos a discreción.
Proseguimos la marcha, parando de nuevo ante lo que Iñaki comentó se trataba, posiblemente, de una calzada romana, quizás un tramo de la Vía XXIV de Antonino, sin embargo, M. José, razonó que es imposible que el tramo que contemplábamos fuera calzada romana, por la mínima anchura del tramo y el excesivo ángulo de inclinación que no permitirían el paso de carretas. En fin, estábamos atónitos, ante un cuerpo a cuerpo dialéctico, aunque a la vez, atentos y divertidos.
Continuamos el camino disfrutando del entorno que nos envolvía, haciendo detenernos en multitud de detalles significativos que integraban un paisaje impresionante.
Llegamos a la finca de los Ermitaños (así se les llamaba también a las Machotas), para seguir el recorrido por el camino de los Ermitaños, como hemos dicho anteriormente, abierto al paso, aunque antes, estuvo cerrado a pesar de ser camino público, que comunicaba Zarzalejo con El Escorial.
Proseguimos el camino hacia la «silla de Felipe II» , en una parada, Iñaki nos recreó un viaje en el tiempo, señalando, que los neandertales, en este paraje podrían ver animales como los mamuts, rinocerontes lanudos, osos cavernarios, leones, dientes de sable,… Un simpático ensueño en un lugar, que permanece natural, muy mitigados los impactos de la mano humana. Las vistas del camino, eran también espectaculares, dominando toda la vasta extensión del terreno; en aquel lugar, los monteros reales divisarían por completo todo el coto real de caza y los movimientos de venados, jabalíes, etc…
Llegamos a la Casa del Sordo, casa del Montero Mayor del Rey, que recibe ese nombre por la sordera de uno de los ocupantes de lugar. Y enseguida, alcanzamos la llamada «silla de Felipe II», en la que M. José, volvió a poner los puntos sobre las íes, al indicarnos que los últimos estudios reflejan que, lo que se denomina como “silla de Felipe II”, en realidad era un altar de los vetones, pobladores de la península ibérica antes de la invasión de los romanos. Podéis ampliar la información en: https://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/a-la-silla-de-felipe-ii-quiza.
También parece que la leyenda se consolidó, en este caso la asociación entre la “Silla” y el rey, a raíz de un muy premiado cuadro de 1889, de Luis Álvarez Catalá, cuando en 1925 se imprimió en los billetes de 100 pesetas.
Retomamos la marcha hacia la Herrería y el campamento de la Virgen del Buen Aire.
Iñaki nos explicó el traslado a El Escorial de la Escuela de ingenieros de montes dirigida por José Jordana desde 1870 a 1914. Allí, profesores y alumnos hicieron importantes repoblaciones. El 7 de diciembre de 1961 el Pinar de Abantos y la Zona de la Herrería del Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial obtienen la declaración de “Paraje Pintoresco de Interés Nacional.”
Llegamos a lo que fue el campamento del Frente de Juventudes «Santa María del Buen Aire», que se instaló en la Herrería en 1940. En él, el régimen golpista de 1936, desarrolló una labor de reeducación a maestros de la República y alumnos de Magisterio, para afianzar los principios y la doctrina de falange y del «movimiento nacional».
En principio se llamó, simplemente «Santa María», pero a causa de la visita a este campamento de Isabel Perón en su viaje a España en 1947, para traer gasóleo y víveres a una España con hambruna y falta de materias primas instalada en el aislamiento y la autarquía. En honor a este acontecimiento, se llamó, desde entonces «Santa María del Buen Aire»; izando, a partir de ese momento, la bandera argentina junto con las españolas.
Continuamos nuestro camino, cuya próxima parada era la Casita del Príncipe. Se construyó entre 1771 y 1775, a partir de un diseño de Juan de Villanueva. Declarada Bien de Interés Cultural desde el año 1931 Construida para que la familia real no se estresara, dando opción al príncipe y su cohorte, a disfrutar del entorno sin compromisos o encuentros palaciegos.
En ese momento se nos desveló el secreto de la marcha y la «interesante», «incómoda», «divergente», interpretación, de la soterrada disputa entre los dos guías de la jornada, M. José e Iñaqui. Sorpresivamente se convirtieron en pareja interpretativa, que habían puesto en escena, las diferentes interpretaciones de los escenarios y los hechos, para que nosotros, los camineros, sacáramos nuestras propias conclusiones, y dejar en evidencia los carteles publicitarios de «romano», sin ningún criterio sujeto al análisis, la ciencia y el rigor. Además de lo anterior, habían conseguido mantener nuestro interés en cada comentario, en cada parada, y, por tanto en el contexto de los caminos que recorríamos. Una pareja artística, con mención a la innovación pedagógica. Gracias camineros, por tanto.
Nos gustó «tantísimo» la excursión, y ese detalle «golfo» de tomarnos el pelo, que el calor y el cansancio de ese momento, nos pareció irrelevante. Muy satisfechos y sonrientes, nos retiramos hasta el próximo encuentro después del verano.
Nos vemos pronto, no sé si más camineros y camineras que compañeros y compañeras. Se os quiere.