Colmenarejo, encrucijada de caminos y vías pecuarias.
A primera hora de la mañana, del domingo 26 de Enero de este 2025 que inauguramos, nos encontramos de nuevo los y las camineras para recorrer, conocer y disfrutar de los caminos públicos.
Un año para estrechar nuestros lazos camineros, para persistir en nuestros esfuerzos por abrir los caminos públicos usurpados, para pisar firme por las vías pecuarias y caminos vecinales, el uso los mismos permitirá conservar estos caminos ancestrales. Estos caminos relevantes para la vida de antaño, han servido para comunicar paisanos, para comerciar, para circular ganado, como canal de transferencia de costumbres. Ahora, en el siglo XXI siguen siendo fundamentales para cuidar la biodiversidad que nos queda, para conocer el patrimonio anejo a ellos que nos explica cómo vivían nuestros antepasados y como podemos vivir nosotros en sintonía con el medio que nos sustenta.
Pues bien, en Colmenarejo confluyen multitud de cañadas, coladas, cordeles, veredas y caminos, testigos de su importancia en el paso hacia la Sierra de Guadarrama. Vías que debemos conservar y divulgar para perpetuar su uso en las próximas generaciones.
Nos reunimos en la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, construcción de los años 90, recientemente ampliada, donde anualmente se celebra la romería. Adyacente a la ermita, se distingue un mirador sobre una gran roca de granito con excelentes vistas a la Sierra de Guadarrama (Las Machotas, el Monte Abantos, el Puerto de Navacerrada, el de La cruz verde y el de La Fuenfría, el Monasterio de El Escorial, La Pedriza, el embalse de Valmayor…) que no pudimos disfrutar, por la espesa niebla que nos envolvía.
Arrancamos a andar por el camino que sale a la izquierda de la zona de la ermita, hacia el Pino de Peñarubia, árbol singular de la Comunidad de Madrid, con una altura de aproximadamente 20 metros y una edad estimada de unos 200 años; este vetusto ejemplar se yergue sobre jaras, encinas y enebros que le rodean. Ahora mismo no es un árbol de porte espectacular, ya que la tormenta Filomena causó daños importantes en el mismo. Es de la especie Pinus pinaster, también conocido como pino resinero, pino gallego, pino negral, pino ródeno, pino rubial, etc.
Ignacio Cascajero, nuestro ingeniero forestal, comentó la importancia que tenía hace años la industria de la resina, antaño en la fabricación de la brea, indispensable para la construcción de naves. En 1898 se funda en España la Unión Resinera Española, que llegó a tener 75 fábricas distribuidas en el territorio nacional.
La resina en bruto se denomina miera, mediante un proceso de destilación y depuración se conseguía una porción sólida, la colofonia y otra líquida, la trementina. Las aplicaciones de la resina, que son muchas, decayeron en los años 80-90, cuando fue sustituida por productos químicos con menor coste.
Hoy en día, de la colofonia base se obtienen más de 50 colofonias modificadas con aplicaciones muy diferentes: para tintas de impresión, productos para la fabricación del papel, adhesivos, barnices, esmaltes, pinturas, impermeabilizantes, productos de limpieza, polímeros termo-resistentes, bebidas, goma de mascar, naftalinas y también se utiliza en la industria farmacéutica para la obtención de medicamentos anti-ulcerosos, antibacterianos y últimamente se le han descubierto aplicaciones antivirales, anticancerosas, tratamiento del SIDA, etc.
La trementina o aguarrás, además de su aplicación como disolvente en la industria química, también es utilizada como aroma alimentario, en la industria cosmética, etc.
Desde, aproximadamente 2010, se observa un proceso de resurgimiento de la importancia de la resina por su incremento de precio y la extensión del mercado de productos naturales y ecológicos.
He encontrado un interesante documento divulgativo sobre el antiguo oficio de resinero, del Ministerio de Agricultura muy curioso e interesante, para los que queráis echar una ojeada a este oficio que dió de comer a muchas generaciones de paisanos. https://www.sdlmedioambiente.com/ficheros/hojadivulgativaresinero.pdf
Después, Ramón García Ada, nos explicó que la Jara pringosa (Cistus ladanifer) es la planta que aporta la mayor cantidad de polen apícola de toda la Península Ibérica, para la fabricación de miel por parte de las abejas. Y, sobre el suelo por el que discurría la senda que recorríamos, precisó que se conoce como “arena de jabre” y procede de la descomposición y erosión de granitos y gneises (rocas sedimentarias conocidas como arcosas).Este tipo de arena compacta bien, tiene buen drenaje para el agua y no se embarra con las lluvias, por lo que ya los antiguos romanos la utilizaban (junto con la zahorra, material similar más granuloso) para alisar y rematar la superficie de las carreteras o calzadas que construían. Hoy día de venden arenas de jabre artificiales para construir sendas en parques y jardines.
Reiniciamos el camino hacia el embalse de Valmayor, parando un momento antes de nuestro encuentro, en el que Ramón nos habló sobre la retama negra (denominada así, por el color negruzco de sus frutos -legumbres- al madurar) o retama de escobas (Cytisus scoparius). En el pasado fue una planta versátil que se usaba para techar chozas y cabañas de pastores, hacer camas en establos y cuadras para el ganado, encender el fuego en cocinas de leña y fabricar escobas rústicas. Sus flores, de propiedades diuréticas, son comestibles y se usan en la ornamentación de ensaladas. Sus semillas tostadas en infusión se utilizaron como sucedáneo del café en épocas de escasez. Sus brotes jóvenes se emplearon para dar amargor a la cerveza antes del lúpulo.
Después Rosa, que nos condujo en esta marcha, no habló sobre las características del embalse de Valmayor, nos explicó que la presa es de escollera y se terminó de construir en 1976: tiene una capacidad de 124 hectómetros cúbicos, siendo el segundo de Madrid en cuanto a capacidad de agua almacenada, después del embalse del Atazar, en la cuenca del río Lozoya. El embalse se alimenta del Aulencia, de las aguas del arroyo Ladrón, afluente del mismo; y también del río Guadarrama, a varios kilómetros de distancia, mediante un túnel de trasvase, de unos cinco kilómetros de longitud, que tiene su origen en un pequeño embalse captador (embalse de las Nieves), que se localiza cerca de la Navata (Galapagar). Este canal artificial, que puede verter un caudal de hasta 30 m³/seg, desemboca en el arroyo del Tercio, cerca de la cola más destacada del pantano. Desde 1993, cuenta también con otro aporte de agua, el trasvase desde el embalse de San Juan en el rio Alberche.
Las aguas represadas sumergieron varios puentes. Por el Puente del Tercio, se pasaba antiguamente hacia el Escorial, cruzando el rio Aulencia, éste fue sustituido por el viaducto actual de la carretera M-505. Algunos años, cuando el embalse se queda escuálido por la sequía estival, o vaciado por mantenimiento de la infraestructura como el pasado año a finales del verano, el puente emerge reivindicando su pasado y su historia. Hay otro puente, en estado ruinoso, utilizado antaño por los pastores y los vecinos de Navalquejigo, antigua villa, actualmente, pedanía de El Escorial.
El entorno está incluido dentro del Parque Regional del curso medio del Guadarrama, La vegetación de ribera está formada por comunidades de sauces, fresnos, madreselvas, majuelo, endrino, zarzamora, etc.
Cuando las condiciones climáticas acompañan, se pueden observar diversas aves acuáticas entre las que se encuentran somormujos, gaviotas, cormoranes, ánades; y terrestres como milanos, buitres, garza imperial y si hay suerte, el águila imperial ibérica.
El embalse sumerge parte del trazado de la cañada Real Segoviana viéndose interrumpida, sin tramo alguno que le sustituya a su paso por el embalse.
Atravesamos los escasos metros que intermediaban hasta el embalse, donde Ramón, nos indicó que en las orillas de este embalse de Valmayor crecían dos plantas típicas de terrenos temporalmente inundados y muy raras en la Comunidad de Madrid: la malva enana (Glinus lotoides) y el Heliotropo rastrero o Alacranera (Heliotropium supinum).
Continuamos bordeando Valmayor, hasta encontrar el curioso sitio donde nos dirigíamos, un rincón del pantano donde alguien ha esculpido diferentes símbolos espirituales, iconos del animismo, un buda, etc. El lugar, desde luego, ofrece una singular conexión con la tierra que nos alberga, el cielo que nos envuelve, el aire que posibilita nuestra vida y el agua, elemento fundamental en nuestra existencia. El recodo es maravilloso y aislado de cualquier paso. No obstante, entre los camineros había una multiplicidad de opiniones sobre el acierto de perturbar la roca en este lugar de la naturaleza.
Cuando salíamos del intrincado recodo, Ramón, nos llamó la atención sobre un joven ejemplar de fresno (Fraxinus angustifolia) en flor, comentando que era un árbol de madera elástica y resistente utilizado en ebanistería, fabricación de patas curvadas de muebles, mangos de herramientas, remos, palos de hockey, bates de béisbol y otros artículos deportivos sometidos a golpes e impactos. Sus hojas se usaron en medicina popular como diuréticas y para el tratamiento de artritis y gota; también como laxantes y para adulterar el té. La corteza, rica en taninos, se empleó para curtir pieles y en la fabricación de un tinte azul para teñir la ropa. Las ramas jóvenes con hojas se cortan para alimentación del ganado.
Tomamos un rápido refrigerio para iniciar el camino de regreso a nuestro punto de partida, con la grata sensación de conocer un poco más nuestro entorno y sus caminos.