El pasado sábado, iniciamos nuestras marchas habituales después del descanso estival. La propuesta era muy interesante: los jardines históricos de la Granja de San Ildefonso. Eduardo Juárez Valero, profesor, doctor en Historia, Cronista Oficial del Real Sitio, nos condujo por este viaje inolvidable por los rincones de los jardines y fuentes. Una jornada memorable en la que aprendimos mucho y nos deleitamos en esos parajes con los pormenores, anécdotas y sucesos históricos que allí acontecieron, ya que la Granja tiene un puesto muy destacado en nuestro patrimonio histórico y cultural.
La mañana empezó con lluvia fuerte, sin embargo, los camineros no nos detenemos por minucias y luego, el tiempo fue acompañándonos, consiguiendo que disfrutáramos de todos los aspectos del plan propuesto.
Llegamos en el autocar desde Torrelodones hasta nuestro destino, donde nos esperaba Eduardo, que enseguida se ganó nuestra confianza y admiración.
Nos introdujo en el origen de palacio y los jardines. Su construcción se inicia en 1721, bajo la órdenes de Felipe V, antes duque de Anjou, criado en Versalles. Los Jardines del Palacio Real de La Granja comenzaron a acondicionarse a la vez que Teodoro de Ardemans emprendía los trabajos de construcción del palacio. Su trazado y forma se debe fundamentalmente a los franceses René Carlier y Esteban Boutelou.
La disposición de sus calles y avenidas se proyecta más allá del recinto, integrándose en el paisaje serrano de los Montes de Valsaín. Esta proyección hacia la naturaleza fue un planteamiento poco común en la época, fusionando el bosque y los jardines. Las fuentes monumentales presiden los espacios principales, con temática mitológica, son obra de un grupo de escultores franceses: René Férmin, Jean Thierry, etc.
El abastecimiento de agua de las Fuentes procede de El Mar, un estanque ubicado en la parte alta de los Jardines que, mediante el sistema hidráulico del siglo XVIII, la presión del agua hace que se pueda disfrutar de los magníficos juegos de agua en diferentes épocas del año. Este sistema es uno de los pocos, casi único que se usa en la actualidad.
En los jardines había tres partes o zonas diferenciadas:
–El parque, que tiene avenidas más anchas con bosquetes, un espacio que se rodea por un seto y dentro está el bosque salvaje, para que puedan alimentarse los animales que luego cazan. El parque es para los animales.
–El jardín, sin embargo, está dividido en partidas o parterres, seto dividido en dos partes (platabandas), en el interior se cultivan flores. Los jardines son lugares cerrados solo disfrutan el rey o la reina y sus invitados. En los huertos, tanto del rey como de la reina, se cultivaban sus productos favoritos.
-La tercera parte es la zona de juegos : el laberinto, el bosquete del ochavo, los volandrines, el jardín del anillo que gira (l´anneau tournant). La zona delos juegos es la que peor conservada está, ya que fueron las primeras en caer en desuso.
Iniciamos el recorrido, dirigiéndonos hacia el huerto de la reina, cuyo interior no pudimos visitar, luego nos dirigimos a una zona que es un antiguo campo de juego de un deporte, hoy totalmente olvidado, el Juego del Mallo o el Mallo. Este juego, básicamente, consistía en golpear con una maza de madera una bola de boj, compitiendo con otros jugadores y cumpliendo una serie de reglas, para intentar completar el primero el recorrido del campo de juego. Se finaliza en un hierro donde se debía meter la pelota. El terreno para el Jeu de Mail de los jardines de La Granja , restaurado recientemente en algunas de sus partes, es el mejor conservado, y quizás el único, del mundo. Este juego es precursor del golf, hockey,
Seguimos atravesando una de las calles hasta llegar a la Fuente de Diana.
Callejeando por las avenidas del parque llegamos a la Fuente de las Ranas.
Proseguíamos nuestro recorrido, hacía ya un rato que la lluvia nos había abandonado, el olor a tierra mojada, a pino y a bosque, lo inundaba todo. Además de la excelente compañía, libres ya de refugiarnos del agua, el bosque se nos revelaba envuelto en la belleza sin igual del otoño, para mí, la estación preferida.
Nos encaminamos hacia el recinto exterior de los jardines y al muro que los rodea, ascendimos por una pequeña pendiente, hasta «el esquinazo del último pino», donde ya no existe el gran pino que sirviera de mirador de los grandes picos de la Sierra de Guadarrama, ya, no hay casi pinos, otra evidencia del cambio climático, que frente a toda evidencia, algunos se dedican a negar. Desde allí, atravesando dos pequeños puentes, nos dirigimos a la puerta del Cebo.
Extramuros, hoy solo quedan las ruinas de lo que fue la casa del Cebo, que, según cuentan los libros, tubo galería de tiro y una fuente con azulejos para limpiar las piezas cazadas. Al otro lado de la gran puerta de hierro, queda un comedero de piedra donde cebaban los venados para luego cazarlos más fácilmente.
Nos dirigimos hacia el mirador del Gurugú, con unas excelentes vistas. Antiguamente había un gran árbol con una plataforma techada y un acceso de escaleras, donde el rey, podía contemplar el paisaje. Desde principios del siglo XX el mirador estaba en estado ruinoso y, hoy no existe vestigio del mismo.
Tomamos rumbo, ya en descenso, hacia el estanque principal (mar de los jardines), un lago artificial, cuya función principal es suministrar de agua a todas las fuentes y facilitar la propulsión del agua en las mismas. La casa de la Góndola, alojaba la góndola que utilizaba la familia real cuando se celebraban fiestas y actos donde, por ejemplo, cantaba Farinelli, (Carlos Broschi), un castrati napolitano que triunfó en la época. Lo mandó traer Isabel de Farnesio para aliviar la depresión a Carlos V (después de su abdicación y la muerte de su hijo) y más tarde, el mal de su otro hijo, Fernando VI, que reinaría después de su muerte.
A mediados del siglo XIX, se construyó la primera piscifactoría de España que suministraba trucha común a todas los ríos del Guadarrama, a El Escorial, Aranjuez, etc. Se cerró en 1990, ahora las cuencas sufren invasión de especies foráneas.
La Gruta de la cascada o de los Catalanes, construida en 1885 y para la que se trajeron estalactitas y estalagmitas del Monasterio de Piedra en Zaragoza.
Recorriendo el perímetro del «mar de los jardines», llegamos al Puente de los suspiros, un puente cubierto que salvaba, antiguamente, una corriente de agua que llegaba desde el bosque, para nutrir el inmenso estanque. Hay postales de la época y, la reconstrucción que ahora se exhibe, data de 1998, aunque en estas fechas, está en reparación.
Proseguimos el recorrido por amplias calles hasta llegar a una sucesión de fuentes, todas con temática mitológica, que nos ofrecen la visión política del monarca en esa época: la fuente de Andrómeda, la fuente de los dragones,…
Llegamos a palacio y giramos hacia la derecha, donde nos esperaban más fuentes espectaculares .
Después, llegamos a la fuente de la selva , atravesamos el puente de la ría , y encontrarnos con una zona de juegos, l’anneau tournant , un juego que parece ser, trajo Felipe V, del palacio de Versalles, y en el que se dan diferentes suposiciones sobre el desarrollo de dicho juego y la numeración, el anillo giraba y los jugadores debían hacer la mayor puntuación ensartando el anillo y anotando los puntos .
Seguimos hasta encontrar el estanque chino, donde unos capullos que asomaban en los nenúfares nos saludaron al pasar.
Llegamos hasta una gran verja de hierro que custodiaba «L’orangerie» del rey.
Allí, el rey mandaba cultivar, custodiar y guardar uno de los tesoros más valiosos, traídos de Versalles, naranjos dulces, ya que hasta finales del XVII, las naranjas que había eran amargas y, a través de los portugueses, desde China, se trajeron naranjas dulces. El rey de Portugal regala unos plantones de estas naranjas a Luis XIV. En Versalles se construye l’orangerie. Más tarde Felipe V la trae a la Granja.
Años después, la reina Isabel II convierte el huerto del rey, en un jardín inglés, con grandes árboles, desapareciendo cualquier rastro de los naranjos y otras especies que allí se cultivaron.
Finalizamos el recorrido de los jardines completamente maravillados. Yo me sentía como Alicia en el país de la maravillas, sorprendida por los secretos que Eduardo nos había desvelado de
ese lugar, donde muchos reyes de nuestro país planearon el futuro de nuestro antepasados. Pensaba que la belleza de aquel sitio, hubiera debido servir de inspiración para la consecución de algún bienestar para sus súbditos, sueño que se rompe ante lo que fue la dura realidad, una sociedad con unas exiguas condiciones de vida .
Descansamos para la comida, refugiándonos en la amplia oferta de restauración de la Granja o dando buena cuenta de las viandas que habíamos llevado para la ocasión.
Por la tarde Eduardo Juárez, se había ofrecido a servirnos de guía de la Real Fábrica de Cristales de La Granja.
Comenzamos con una exhibición de fabricación de piezas de vidrio. Pasamos de la magia de la naturaleza a la magia de la alquimia. El fascinante fuego, que manejado con sabiduría y habilidad, obraba prodigios ante nuestros ojos. Hipnóticamente, seguíamos los movimiento de Ana, la asombrosa trabajadora, que se desplazaba de un lado a otro, en un ritual mágico, develándonos los misterios del proceso.
Proseguimos la visita a uno de los edificios industriales más importante de la época de la Ilustración (S. XVIII), construido a las órdenes de Carlos III, donde concurrieron avances tecnológicos y artísticos de los más relevantes y ambiciosos de la España ilustrada. Se utilizaron máquinas hidráulicas que accionadas por grandes norias giratorias, daban movimiento a telares de pulidores y raspadores para desbastar las lunas de vidrio. Estas máquinas permitieron manejar superficies enormes y, agilizar los acabados de las piezas, especializándose en la manufactura de grandes espejos, que se exportaban a muchos lugares de Europa, una verdadera tecnología punta. Una pena, que en España, los edificios industriales no gocen del prestigio que merecen.
Terminamos la visita, agradeciendo mucho a Carlos Sanjuan, por haber sugerido y organizado esta visita, a Eduardo Juárez, que fue un fantástico guía. Todos los camineros disfrutamos, como siempre, no sólo de la buena compañía, sino del conocimiento de algún compañero que nos brinda sus maravillosos conocimientos del entorno y el devenir histórico.
Nos reencontramos pronto en algún otro camino y en algún otro lugar.
Para más información, podéis acceder a la «Guía del los reales sitios el paisaje» de nuestro amigo Eduardo Juárez: https://docecalles.com/wp-content/uploads/2019/04/descarga-9788497442473-copia.pdf
Más información sobre los Jardines : https://www.acueducto2.com/jardines-y-bosque-del-palacio-de-la-granja-paseo-intramuros-1/66936