Por primera vez desde su fundación, la Sociedad Caminera organizó una salida cultural de fin de semana completo para sus miembros asociados. En el programa: visita a los restos arqueológicos de Numancia, a los monumentos más singulares de Soria capital y, de camino de regreso a Madrid, parada en Medinaceli.

Con la consabida suerte que nos acompaña siempre, el tiempo, aunque frío, se mantuvo seco y con el viento en calma, a pesar de las predicciones en contra con las que salimos de Torrelodones el sábado 17 de noviembre de buena mañana. Llegados a Numancia, contamos con la inestimable fortuna de ser atendidos por una magnífica guía de las excavaciones que, con su impresionante capacidad narradora y su aún mayor entusiasmo, consiguió hacernos ver y entender la vida de los numantinos antes y después de su enfrentamiento con los romanos.

En las praderas de Valonsadero, ese lugar tan cargado de Historia (con mayúscula) y de (pequeñas) historias para los sorianos nos comimos el bocadillo que traíamos de casa, antes de retomar el autobús para dirigirnos al centro histórico de Soria. Allí, seguimos en grupo el paseo a lo largo del Duero, desde la ermita de San Saturio hasta el monasterio de San Juan de Duero, para volar luego cada uno a nuestras anchas; hubo quien escuchó a las clarisas cantar, hubo quien dio buena cuenta de las tapas del festival de tapas micológicas, hubo quien se mezcló en los actos del festival de cortos, y quienes, simplemente, callejearon por el centro histórico de la ciudad del Duero, de pasado tan poético y de presente tan incierto: ¡qué contraste entre las viejas fachadas de conventos, iglesias y palacios añejos y la decrepitud, decaimiento y vacío de casas y solares!

En el hotel dimos buena cuenta de la cena convenida y nos retiramos a dormir, para despertarnos al día siguiente en medio de una densa niebla. Tras el desayuno, subimos de nuevo al autobús para dirigirnos a Medinaceli, la ciudad del cielo. También con frío, pero también sin lluvia y sin viento, pudimos visitar tranquilamente todo el pueblo, disfrutando de la exposición de los mosaicos encontrados en la plaza mayor (¡qué pena que no se puedan contemplar todos!), de los restos arqueológicos de romanos y musulmanes, de los monumentos históricos y de la arquitectura popular. Sin olvidar, por supuesto, el delicioso hojaldre con mantequilla dulce de Soria con que nos regalamos algunos.

Y no fue hasta pasados cinco minutos de haber iniciado nuestro viaje de regreso cuando empezó a llover.

Pilar nos hizo esta crónica en imágenes:

Soria:

 

Numancia:

 

Medinaceli:

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