Domingo 24 de Abril de 2022: Visita al Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias y recorrido por el cerro de San Esteban 

Muy de mañana nos dirigimos hacia Pelayos de la Presa, a visitar el Monasterio de Santa María la Real. El viaje nos descubrió la nieve que coronaba nuestra sierra de Guadarrama y más a la izquierda la sierra de Gredos. El sol regentaba un luminoso y esplendoroso cielo limpio en el que se reflejaba esa luz especial que tiene nuestra meseta .Un paraje precioso, recientemente regado por las lluvias caídas, desprendiendo olores y colores de ensueño, nos recibió en la entrada del Monasterio.

Patri, la guía que nos iba a contar los secretos del lugar, se dirigió a nosotros, explicando que la situación actual, se debe a la compra del monasterio por un arquitecto en la década de 1970, Mariano García Benito, que se dispuso a iniciar las obras de consolidación y recuperación, y que evitó que se perdieran los vestigios del único monasterio cisterciense y el más antiguo de la  Comunidad e Madrid.

Un documento fechado en Toledo en 1150, señala que el rey Alfonso VII donó el valle, al abad Guillermo y sus monjes, para que unificara varios eremitorios preexistentes en «el valle de las iglesias»,  y fundara un monasterio acogido a la Orden de San Benito.

Posteriormente, se afilió a la Orden del Císter y, con ese propósito, en 1177, el rey Alfonso VIII hizo venir para hacerse cargo de él a monjes del monasterio vallisoletano de La Espina. Estos datos históricos, y otros posteriores, proceden de la recopilación realizada por un monje en el Tumbo de Valdeiglesias de 1644.

En este monasterio conviven varios estilos arquitectónicos testigos del paso del tiempo, románico, gótico, renacententista, barroco, etc…,y de los diferentes acontecimientos que transcurrieron hasta el declive de la comunidad, que se produjo a partir del siglo XVIII, tras un incendio sucedido en 1743. Sufrió el saqueo de las tropas napoleónicas, y posteriormente, las consecuencias de la desamortización, que acentuaron su abandono y estado ruinoso, hasta que nuestro amigo, Don Mariano,  inició la labor de protección, recuperación, restauración y puesta en valor del conjunto. Se le declaró monumento histórico-artístico (Bien de Interés Cultural con carácter nacional) en 1983. En el año 2004 fue donado por su propietario al municipio de Pelayos de la Presa, al que pertenece en la actualidad, siendo gestionado por la Fundación Monasterio Santa María la Real de Valdeiglesias.

Es un edificio muy singular, que merece, sin duda una visita detenida para admirar la capilla mayor, la capilla mozárabe, arcos fajones, una singular bóveda de ladrillo octogonal, esquifada y baída, que se puede relacionar con antecedentes islámicos, el acceso a un manantial situado en el subsuelo mediante una escalera de piedra, unas preciosas columnas geminadas que pudiesen pertenecer al primitivo refectorio, en fin, un conjunto destacado que colmará nuestra curiosidad, destacando uno de los puntos de interés histórico, humano y artístico de la Comunidad de Madrid, en el que no habíamos reparado.

Después de la visita, procedimos a iniciar el pequeño paseo hacia el cerro de San Esteban, en una parada Carlos Sanjuán  y M. José Calvo Martín nos indicaron el recorrido y una posible variante para conocer la estación de ferrocarril, un proyecto de la II República que, apenas se plasmó en el primer tramo, en este punto, Pilar Iznart, caminera y bióloga, que siempre colabora en apuntar detalles sobre el entorno que visitamos, nos explicó las peculiaridades del entorno:

La zona que nos ocupa pertenece desde 2017 al Lugar de Interés Comunitario LIC/ZE ¨Cuencas de los ríos Alberche y Cofio¨, figura enfocada a la protección de los hábitats y a la (Zona de Especial Protección para las Aves) ZEPA, ¨Encinares del río Alberche y río Cofio¨, designada en 1989.
El territorio del LIC/ZEC incluye la práctica totalidad de la ZEPA (zona de especial protección de aves), con los embalses protegidos de Picadas y de San Juan.
El norte del término municipal está dominado en un 67,5% del territorio por pinares de repoblación de pino piñonero, en menor medida está el pino resinero y en el sur, predomina el encinar con retama, jara y aromáticas en el sotobosque, hay olivares y cultivos herbáceos de secano y pastos en el valle.
En este LIC (Lugar de Interés Comunitario), de gran valor por su conectividad con zonas del Sistema Central, encontramos 21 tipos de hábitats de interés comunitario, tres de ellos prioritarios.
Respecto a la fauna, hay 19 especies de fauna , de las que 7 son mamíferos, 3 reptiles, 1 anfibio, 5 peces y 3 invertebrados y 26 especies de aves de interés comunitario. Además, aporta importantes refugios de quirópteros, o murciélagos.
Entre las especies de fauna protegida destacan como aves el águila imperial ibérica, águila real, halcón peregrino, cernícalo primilla, cigüeña negra, o buitre negro; mamíferos como la nutria y topillo de Cabrera, o reptiles como el galápago europeo.
Además, podemos encontrar como fauna peculiar el águila culebrera, búho real, abubilla, chotacabras pardo, pito real, herrerillo capuchino y avión roquero; mamíferos como el tejón, zorro, jabalí, gineta, visón americano, gato montés, corzo, gamo, ciervo; peces como la boga del Tajo (endemismo de la Cuenca del Tajo) y reptiles como la culebra de escalera, culebra de herradura, culebrilla viperina, o víbora hocicuda.

Las principales amenazas son las electrocuciones con tendidos eléctricos, la destrucción y fragmentación del hábitat por construcción de carreteras y edificaciones, el uso de venenos, el expolio, la contaminación fluvial, o el uso de
insecticidas …

M. José Calvo Martín y Carlos Sanjuan, camineros que nos prepararon la ruta, para nuestro disfrute, nos apuntaron los detalles de las los abrigos de pinturas rupestres, que podríamos observar en nuestro camino:  las pinturas rupestres  forman parte del mismo roquedo granítico y se encuentran separados por unos 30 metros de distancia. Sus creadores aprovecharon los abrigos que se generaron de manera natural en la roca, lo que propició su conservación hasta nuestros tiempos. Sin embargo, los agentes meteorológicos y la ausencia de vallado que los proteja, ha hecho mella en ambas localizaciones. Pudimos observar uno de ellos con impresiones de una mano en tonos ocres rojizos.

Proseguimos la ruta hacia el cerro de San Esteban, escalonando paradas, donde, Ramón García Ada, farmacéutico de formación y, profesor de secundaria en ejercicio, nos regaló sus acertados comentarios sobre las plantas que pudimos observar en el entorno y la composición geológica del mismo:

Jara blanca (Cistus albidus). Sus hojas se han usado para fregar ollas y sartenes en épocas de escasez.
Jaramagos (Sisymbrium sp., Diplotaxis sp. y otras especies). Pertenecen a la familia Crucíferas (tienen 4 pétalos en cruz). Generalmente tienen flores amarillas y son de floración temprana pintando de ese color praderas y cunetas al principio de la primavera
Rúcula ( Eruca vesicaria). Nombre italiano de una crucífera (Eruca vesicaria) cuyo nombre castellano es “oruga” y cuyas hojas basales se comen en ensalada, cultivándose con ese fin
Pino piñonero o manso (Pinus pinea). De aspecto aparasolado, es el árbol dominante en el territorio, muy posiblemente favorecido por la acción humana.
Cebolla albarrana (Drimia maritima). Toda la planta es venenosa, sobre todo su bulbo que recuerda al de una cebolla común. Aunque se ha usado como tónico cardiaco, su ingestión a pequeñas dosis puede causar la muerte.
Olivilla o labiernago (Phillyrea angustifolia). Arbusto emparentado con el olivo aunque no da ningún tipo de aceite.
Enebro de cada o de la miera (Juniperus oxycedrus). Es el enebro más frecuente en la Comunidad de Madrid; sus hojas tienen dos rayas blancas y estrechas; su madera se destilaba para producir un líquido denso usado  en veterinaria y medicina humana. Es un árbol dioico (pies de planta masculinos y femeninos separados -los femeninos dan frutos y los masculinos no-) y emparentado con la Sabina.
Después de disfrutar de las espectaculares vistas del cerro de San Esteban sobre el embalse de Picadas, cerramos una inolvidable  mañana, que algunos tuvieron el privilegio de alargarla comiendo en las inmediaciones del pantano en buena compañía; nos despedimos hasta la próxima jornada, en la que descubriremos nuevos tesoros de nuestra sierra y su devenir histórico, tan interesante como desconocido.
Agradecimientos a M. José Calvo y a Carlos Sanjuan, que han organizado la ruta, a Pilar Iznart ya Ramón García por sus aportaciones que mejoran sensiblemente nuestro conocimiento del entorno, y a todos los participantes que con vuestro ánimo y cooperación habéis posibilitado que disfrutemos todos del día y de la compañía.
Fotos de Pilar Iznart, M. José Calvo e Isabel García Benito
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