Relato las dos rutas realizadas los domingos 24 de septiembre y 1 de octubre, ya que, en esta ocasión, al marchar en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama sin permiso especial, no se permiten grupos de más de 25 personas.
Nuestro compañero Ignacio Cascajero nos hizo el grandísimo favor de hacer de guía los dos domingos, y he de decir que nuestros guías son siempre muy, muy buenos, pero en esta ocasión disfrutamos, además de sus conocimientos, de su amplia experiencia en este entorno ya que, además de ser Ingeniero Técnico Forestal y coautor del libro “Guía de Plantas de la Sierra de Guadarrama”, ha trabajado en distintos ayuntamientos de la zona antes y después de la creación del Parque Regional.
Nos encontramos a la hora fijada y, aunque sabemos que el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama tiene muchos, muchos visitantes, alucinamos de la gran afluencia de caminantes, senderistas, familias, ciclistas, etc. que disfrutan de este entorno. Comentamos que deberíamos ser más escrupulosos en el cumplimiento de las normas, ya que tanta afluencia, extrema la degradación ambiental. Vimos comportamientos y actitudes no permitidas en el Parque, como la circulación de bicicletas por medio del campo o el paso de nuestros compañeros 4 patas sin llevar sujeción de la persona responsable. Es responsabilidad de todos cuidar de nuestro Parque, y extremar la obediencia a unas reglas mínimas para que éste no se degrade aceleradamente.
Iniciamos la ruta al lado del embalse de La Barranca, Ignacio nos comentó que esta presa denominada del Ejército del Aire, ubicada sobre el río Navacerrada, fue construida en los años 50 del siglo pasado en La Barranca para abastecer de aguas al Sanatorio Antituberculoso de esta unidad militar aérea. Durante todos estos años ha proliferado a su alrededor un exuberante y rico ecosistema que incluye, además de la presencia de especies en riesgo de extinción como la nutria, varias clases de aves, mamíferos, peces y anfibios merecedores de protección pública. Es un lugar de alto valor ambiental y paisajístico. Disfrutamos de las hermosas vistas ante la escolta orgullosa del pico de La Maliciosa. Contemplamos también los escarceos de los patos que aprovechaban los primeros rayos del sol en su baño matutino.
Nos incorporamos al camino, e iniciamos el ascenso comentando el precioso día que comenzaba a asomar. Enseguida llegamos a la Senda Ortiz, un camino estrecho alfombrado de raíces de los pinos silvestres que nos rodeaban. El suave ascenso, la luz matizada a través de las ramas de los pinos, el buen humor que causa el contacto con la naturaleza y el encuentro con los amigos, se conjugaron para disfrutar del sendero que se nos abría, misterioso, en cada curva. Ignacio nos explicó características y curiosidades sobre la vegetación que nos rodeaba relacionada con la altitud del lugar; el pino silvestre, el enebro rastrero, el brezo, la gayuba o uva de oso, con sus frutos rojos que tapizaban la ladera (planta con propiedades curativas del aparato urinario), el helecho, el rosal silvestre o escaramujo (con propiedades astringentes), una interesante charla de un especialista sobre el terreno.
Llegamos a unos berrocales con unas vistas espectaculares.
Se divisaba al fondo Moralzarzal, Becerril de la Sierra, el embalse de Navacerrada, al fondo el embalse de Valmayor, Collado Villalba, Guadarrama, casi podéis rellenar vosotros los nombres porque se divisaba gran parte de esta zona de la Comunidad de Madrid.
Un paraje precioso.
Tras conseguir evadirnos del hipnotismo del lugar, proseguimos la ruta en busca de nuevos descubrimientos.
Llegamos a la explanada donde se edificó el Real Sanatorio de Guadarrama. Allí Ignacio nos explicó detalladamente la historia del lugar:
En el siglo XIX y comienzos del S. XX, la tuberculosis era una enfermedad muy extendida cuya única cura, era el reposo en ambientes puros y serranos. Así se desarrolló la idea del proyecto del Real Sanatorio de Guadarrama, bajo la dirección del joven arquitecto Sr. Echegaray, ideado y planificado por el Doctor Gereda. El Sanatorio era una edificación espléndida, compendio de todas las innovaciones estudiadas en los mejores establecimientos suizos y alemanes. Abierto a los aires puros de las alturas, rodeado de parques y jardines, el establecimiento contaba con unas instalaciones lujosas, otras más modestas y un pabellón para la beneficencia. Fue inaugurado el 22 de febrero de 1917 con la presencia de los Reyes, la infanta doña Isabel (La Chata) e importantes personalidades del campo de la medicina y de la ciencia. Por sus instalaciones pasaron, entre otras importantes personalidades, Camilo José Cela, Rafael Alberti, Dña. Leonor la mujer de Antonio Machado, quedando marcadas sus impresiones en la literatura de la época.
“Desde la explanada donde se asentara el Sanatorio, se descubría por un lado el valle inmenso que rodea a Cercedilla; por el otro, la sábana que se extiende en declive desde Navacerrada a Madrid, y en la que se destacan alegres, esos simpáticos pueblecitos de Torrelodones, Villalba, Pozuelo, Las Rozas. En la lejanía, la frondosidad de los montes de El Pardo, parece una minúscula mancha del terreno. Desde allí, todo es insignificante, pueblos y montañas, y los hombres, estos hombres que aquí nos creemos domadores del mundo, no alcanzamos ni siquiera la categoría de microbios.” (“Una Gran Obra Social – El Sanatorio de Guadarrama” La Correspondencia de España. Año LXIV Nº 20.222 Pág 1 y 2Firma el reportaje: TAF.)
Los avances de la ciencia triunfarían sobre la tuberculosis con el descubrimiento de los antibióticos, y el Real Sanatorio de Guadarrama cerró sus puertas en la década de los sesenta.
Posteriormente, en 1971 se le comenzará a llamar el “Walpurgis” -y así muchos lo siguen conociendo- por haber sido escenario para la realización de la película “La noche de Walpurgis”. Permanecerá el edificio, expoliado y en ruinas, hasta 1994, año en que fue demolido, recuperándose así el espacio natural que se conoce con el nombre de Cuerda de las Cabrillas.
Pareciera que hubiéramos asistido a una sesión cinematográfica en 3D, ya que Ignacio nos hizo dar un salto en el tiempo, y, de repente, aterrizamos en la explanada, saliendo de nuestro asombro al habernos transportado a otra época y ser testigos de tantos momentos tristes y dulces de nuestros congéneres, hace más de un siglo en aquellos parajes. Quedamos tan prendados de la narración que le propusimos una futura conferencia sobre los sanatorios y la tuberculosis en la sierra de Madrid.
En fin, aunque el tiempo nos cundía mucho, teníamos que continuar la marcha para llegar, rápidamente, al Mirador de las Canchas. Desde aquel mirador pudimos observar las increíbles vistas a las cumbres que rodean la Barranca: Cuerda de las Cabrillas, Cerro de Guarramillas (Bola del Mundo), La Maliciosa (La Monja) de 2.227 metros de altitud y sus neveros, que proveían de hielo a la corte de Madrid desde el siglo XVII, el Peñotillo o falsa Maliciosa …
Allí, ya nos introdujimos en el Parque Nocional de la Sierra de Guadarrama, declarado en 2013 (Ley 7/2013), con una superficie total de 34 hectáreas, de las cuales el 64% pertenecen a la Comunidad de Madrid y el 36% a la Comunidad de Castila y León. Tiene varias zonas con diferentes usos desde Reserva, uso restringido, uso moderado y uso especial, y otras zonas: ZPP ( zona periférica de protección colindante al parque para amortiguar el impacto) y Área de influencia Socio-económica.
Los principales ecosistemas del Parque son: Los pinares de pino silvestre, matorrales y pastizales de alta montaña, lagunas y humedales, quejigares y melojares, encinares, acebedas, abedulares y tejada. Es muy rico en especies vegetales y animales.
Proseguimos la marcha, dirigiéndonos a la Fuente de la Campanilla, en el camino divisamos algunas setas abriéndose entre el sustrato vegetal; su exuberante color rojo, ya nos delataba la peligrosidad de su ingesta.
Llegamos a la Fuente de la Campanilla, tras desviarnos del camino y ascender unos metros. Allí nos refrescamos a conciencia, llenamos nuestras cantimploras, y escuchamos la leyenda, que dice, que todo aquel que toque la campanilla quedará prendado del lugar teniendo que volver ,irremisiblemente pronto, a aquel paraje.
Regresamos al camino, y, acompañando al río Samburiel o río Navacerrada, uno de los afluentes más importantes del Manzanares, cuyo nacimiento se encuentra junto a la Maliciosa, descendimos hacia nuestro punto de partida, encontrándonos con la Fuente de Mingo, un tributo en piedra al guarda de montes Ricardo Domínguez Mingo, un paisano del lugar que destacó por su labor de divulgación y conservación del parque Nacional del Guadarrama.
Nos despedimos, agradeciendo la infinita paciencia de Ignacio, con la seguridad de volver a encontrar a los camineros en otros lugares y en otros momentos.