A pesar de lo poco prometedor que amaneció el día, gris y amenazando lluvia, más de ochenta personas nos reunimos en esta primera excursión primaveral para dar un paseo a lo largo del río Manzanares, en El Pardo, desde Somontes hasta la presa del Pardo, y de vuelta por un breve desvío por entre las calles del pueblo.

 

Además de disfrutar del estupendo bosque de ribera, con sus chopos, fresnos y juncos, y sus aves (ánades, milanos), nuestro guía, Alberto del Río, nos fue dando diversas explicaciones y datos curiosos sobre el propio río y el monte de El Pardo, y nos contó alguna anécdota de la Guerra Civil.

 

Así, nos explicó que el Manzanares debe su nombre actual al Duque del Infantado, que en el siglo XVII decidió cambiarle su nombre anterior (Guadarrama de Madrid) por el de su señorío (el Real de Manzanares). Este río, que nace en el Ventisquero de la Condesa y recorre 92 kilómetros antes de desembocar en el Jarama, es la principal corriente fluvial que atraviesa el monte de El Pardo. A pesar de lo cual, como bien explicó Alberto, es un río que se ha sido objeto de chanzas y burlas por parte de los escritores de la Corte a lo largo de los siglos, por lo escaso de su caudal. A pesar de lo cual, en sus orillas ha habido molinos y lavaderos. Alberto nos recordó también que fue clave en la defensa de Madrid durante la Guerra Civil.

 

En cuanto al Monte de El Pardo, Alberto nos explicó su importancia, tanto por sus altísimos valores ambientales, como el mejor monte mediterráneo de la Comunidad de Madrid como por su papel en la historia de Madrid como capital del reino. Ya que nos recordó que ya Enrique III de Castilla hizo construir una quinta de caza, sobre la que Enrique IV construyó un pequeño castillo, del que queda actualmente el foso. La imagen del palacio tal y como lo conocemos hoy la debemos a Sabatini, a quien Carlos III encargó su ampliación y mejora.

 

Antes de regresar a los coches, Alberto todavía tuvo oportunidad de contarnos unas de esas anécdotas de la Guerra Civil que tanto le gustan. En esta ocasión, aprovechando que pasamos por delante de los cuarteles del Regimiento de Transmisiones, nos comentó el papel que jugó este regimiento en la toma del Alto del León, después de haber abandonado el cuartel para juntarse con las tropas golpistas de La Granja.

 

Y así terminamos un paseo en el que, a pesar de las gotas de lluvia que hicieron su aparición por breves momentos, pudimos disfrutar de un entorno natural absolutamente privilegiado y casi exclusivo en una capital europea, además de todas las historias con las que Alberto fue salpicando el recorrido.

 

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