Todos nuestros pueblos deberian poder disfrutar de la vegetacion de ribera que jalona nuestros rios.
Entrada de un caminero molinero:

“He vuelto a ver los álamos dorados, álamos del camino en la ribera (…) álamos de las márgenes del Duero, conmigo vais”, dijo Machado. Pues los álamos del río Guadarrama a su paso por Los Molinos sufren demasiadas podas y más que álamos hay sauces y fresnos, pero estos también se doran, y también nuestro río es un recorrido entrañable de paseo donde lo permiten las zarzas y las ocupaciones de la orilla. Así que como el Guadarrama ya ha dejado de ser una cloaca -aunque en partes sigue siendo un vertedero-, daría gusto poder atravesar nuestro pueblo viendo y oyendo el agua, conviviendo con la fauna de ribera y respirando algo que no sea humo diésel. Y si los que visitan Los Molinos quieren acoplarse, bienvenidos sean.

Anteproyecto jpg

​ Para valorar un anteproyecto de senda (ver arriba), el domingo 24 visitamos la servidumbre del río con el presidente de la Sociedad Caminera del Real de Manzanares. Resulta que los municipios de la comarca prevén recuperar la calzada romana, vía XXIV de Antonino (la continuación de la calzada romana de la Fuenfría), que según los arqueólogos pasaría por el Camino Viejo de El Escorial antes de entrar en ese nudo de caminos que es El Chaparral. Por tanto cualquier ramal turístico entre la calzada y el casco antiguo pasaría por el Camino de la Portuguesa, el gran molino de doble cubo de Evaristo (actualmente en rehabilitación) y el río. Es que Los Molinos, con su humilde traza ganadera y su señorial estética granítica, ha heredado un patrimonio irre​mplazable que la especulación no ha dilapidado tanto como en otros pueblos y que bien merece una vista.

Calle del Río con pie de foto

​ Había visiones distintas de cómo sería un camino de ribera: un amplio paseo, alejado del colector de residuales que bordea el cauce, o un caminito donde si hay que pasar en fila india para no quitar un arbusto, pues así sea. De hecho ambos modelos podrían coexistir. Desde luego el riesgo es “limpiar” lo que son hábitats sin precio, como los troncos caídos que pueden tener un aspecto desordenado pero que rebosan de vida silvestre. Por tanto acordamos como primer paso encargar a un especialista un estudio de la fauna ribereña. Se han avistado mirlos acuáticos, lo que es un buen inicio. Habrá que ir dando pasos concretos, ya que los caminos se hacen al andar.

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