El domingo, 29 de abril, socios de esta Sociedad Caminera del Real de Manzanares, nos reunimos para visitar el Destacamento Penal Los Barracones, en Bustarviejo. Los compañeros salieron desde Torrelodones en autocar hacia Bustarviejo; en el camino, Eulalia Ramírez Nueda, la presidenta de la asociación hizo una introducción durante el viaje para situar el contexto histórico de la visita y las circunstancias de los que allí, sin ninguna posibilidad de elección personal, recalaron. Llegaron a la localidad y, después de una parada técnica, nos reunimos en un día espectacular de primavera, para iniciar el camino hacia la Dehesa Vieja.

Lúpulo.

Saliendo del pueblo, Ramón García Ada, llamó la atención sobre varias plantas que crecían entre zarzamoras, eran unos ejemplares de lúpulo (Humulus lupulus), planta trepadora, dioica (las flores masculinas y femeninas crecen en individuos separados) y perenne; los brotes primaverales son comestibles (espárragos de lúpulo). Las flores femeninas se utilizan en la fabricación de la cerveza.

El presidente de la Asociación de Memoria Histórica Los Barracones, José Carlos González Martín, nos acompañó durante la mañana y, al comienzo del camino, junto con Eulalia, nos presentaron la visita.

Eulalia y José Carlos de la Asociación de la Memoria Histórica de los Barracones.

Nos explicaron que este es el único destacamento penal que se conserva en pie en toda España, de los 121 que hubo funcionando en  la dictadura de Franco. Se conservó por casualidad y por el trabajo y el testimonio de muchas personas que, honrando la memoria de estos presos políticos, se preocuparon por recuperar lo que en ese momento, eran unas cuadras para el ganado, reconstruyendo el puzle de lo que desde 1944 a 1952, fue el penal de Bustarviejo. Este penal, como tantos otros desaparecidos, sirvieron para construir la vía férrea de Madrid-Burgos, con trabajo esclavo, redimiendo las penas establecidas por tribunales militares franquistas, para beneficio de unas empresas a las que habían «adjudicado» esa construcción de los diferentes tramos de ferrocarril u otras obras civiles; en este caso  la empresa contratista Hermanos Nicolás Gómez, que se benefició de esta prevenda disponiendo de mano de obra, que en ese momento escaseaba, en condiciones de semi-esclavitud.

Después de este doloroso inciso, reanudamos la marcha. El cielo era una exhibición asombrosa, inmensas madejas de nubes cabalgaban en un colosal espectáculo que nos admiraba. Era uno de esos días de Primavera con una luz especial, en los que, además, el tiempo resume sus posibilidades de cambio en tan solo una jornada. Además, la pavesa de la Primavera recorría el espacio, inoculándonos el virus del entusiasmo y ese estado en el que todo parece contribuir a deleitarnos con el alardeante espectáculo natural que contemplábamos. Parecía imposible que años atrás hubiera sido escenario de tan crueles sufrimientos.

 

 

 

 

Nos adentrarnos en la Dehesa Vieja, un monte comunal del pueblo que tradicionalmente se ha utilizado para usos ganaderos y aprovechamientos forestales ya que cuenta con un espléndido robledal. El Camino de las Viñas era la senda que recorríamos, pasamos de largo por el Penal, que luego visitaríamos con detenimiento, y más adelante  divisábamos a nuestra izquierda el viaducto y la senda férrea donde el eco de las cadenas resonaba aún como fantasmas reclamando su recuerdo.

Proseguimos ahuyentando estos ecos, adentrándonos en el robledal, con la confianza en la capacidad de la Naturaleza para la regeneración y convertir la muerte en vida, al tiempo de confiar en nuestra facultad, para, conociendo el pasado, no recaer en los mismos errores.

Peonía,, matagallinas o rosa de Jericó.

Adentrándonos en el robledal.

El robledal estaba bañado de retoños prometiendo una primavera esplendorosa.

Ramón se fijaba en detalles, que aunque los observáramos, no podíamos interpretarlos en su dimensión, por ejemplo, nos comentó, que creciendo en el robledal, se podía observar algunos ejemplares de peonía, matagallinas o rosa de Jericó, siendo sus semillas venenosas para las aves. Preciosa flor que, nos encandilaba oculta en la vegetación.

Sobre el robledal, nos comentó que el roble de la zona, también conocido como melojo o rebollo (Quercus pyrenaica), es un árbol con gran capacidad para rebrotar de sus raíces y cuya corteza y agallas se han usado tradicionalmente para curtir pieles y fabricar cuero debido a la gran cantidad de taninos que contienen. Su madera se utiliza como leña; las cenizas resultantes en contacto con agua se usaron en el pasado para fabricar “lejía de ceniza” con la finalidad de blanquear la ropa (“hacer la colada”) y fabricar jabón.

Al fondo el túnel del Pendón.

Celedonia Mayor.

Más adelante, nos encontramos con la celidonia mayor (Chelidonium majus), planta de la misma familia que la amapola cuyos tallos contienen un látex anaranjado que se ha usado tradicionalmente para hacer desaparecer las verrugas.

Después de admirar, una vez más, las magníficas vistas, retrocedimos por el camino transitado para llegar al destacamento penal.

 

 

Al fondo vista del viaducto.

Vista del viaducto.

Túnel.

Llegamos a los edificios del malhadado penal, nos dividimos en dos grupos, guiados por Eulalia y José Carlos, pasando a las estancias donde nos explicaron las condiciones que vivieron los presos recluidos; la arriesgada y peligrosa vida que allí mantenían (los que pudieron), protegiéndose con papeles de periódico en las explosiones para horadar los túneles, suspendidos en cestas de mimbre para construir el viaducto de 26 metros de altura, durmiendo en el suelo ateridos de frío en el invierno y bajo el calor de la canícula en verano. 

 

Letrinas.

 

 

La visita fue conmovedora y  desgarradora.

Pocas palabras pueden describir los horrores que aquellos presos y sus familias, obligadamente, adheridas a su condena, vivieron.

Es uno de los destacamentos penales mejor conservados de España, fue descubierto en 2006 gracias a un encuentro casual de unos arqueólogos con un vecino del pueblo que recordaba el significado de esos barracones abandonados a punto de colapsar.

El conjunto de edificaciones incluían 4 garitas de vigilancia, un polvorín, establos y la casa del teniente de la policía armada al mando del polvorín. Posteriormente, a unos cien metros del destacamento y colgadas en la ladera de la montaña, se hallaron las ruinas de unas míseras infraviviendas construidas en piedra con el tejado de paja y ramas, de unos dos metros de lado y con una única abertura que era la puerta de entrada. Fueron construidas por los propios presos para albergar a sus familiares, que podían ser su mujer y sus hijos, o, incluso sus propios padres o hermanos, compartiendo todos ellos la pena de los cautivos. El origen de sus penas fueron los miles de apresamientos de personas sospechosas de tener alguna relación personal o familiar con el Frente Popular, o, ser simples simpatizantes. Se les encerró en los llamados «campos de clasificación», que servían para separar a los presos «reeducables» de los que no tenían solución. Estos últimos, tras pasar por un tribunal militar, eran en su mayoría condenados a muerte o, a largas condenas en presidios cuyas condiciones de hambre y miseria les aseguraba la muerte, como fue el caso de Julián Besteiro o de Miguel Hernández.

 

Restos de los chamizos donde vivieron las familia de presos. Al fondo el destacamento penal.

En esas circunstancias, tras la muerte, mutilación o encarcelamiento de decenas de miles de españoles, España estaba muy necesitada de mano de obra, entre otras cosas, para reconstruir el país.

Se creó a tal efecto, el Patronato de Redención de Penas por el Trabajo, que proponía a los presos la posibilidad de trabajar para la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones (dependiente del Ministerio de la Gobernación creada en 1938), que, a cambio de una exigua paga y la reducción (redención) de dos días de condena por cada día trabajado proveía de mano de obra sin costo, para reconstruir un país devastado por el golpe de estado de Francisco Franco. No solo se encargaron de reconstruir, sino que también se llevaron a cabo proyectos pendientes como era el tramo de 70 km entre Fuencarral y el Valle del Lozoya para terminar la línea del tren directo Madrid-Burgos. Los Barracones de Bustarviejo fue uno de los 9 destacamentos penales que se construyeron a lo largo de estos 70 km. Estuvo en funcionamiento entre 1944 y 1952.

Semanario para los reclusos y sus familias. Transcripción del comunicado de las Fuerzas Armadas alemanas del Alto Mando del Cuartel General del Fuhrer.

La dimensión del terror impregnado en cada minuto de la vida de presos y familiares, que debieron vivir aquellas personas, en un ejercicio de supervivencia irremediable, se compactaba en la atmósfera, haciendo un entramado de sensaciones difíciles de digerir.

Tras un respetuoso reconocimiento, una ensoñación, un pequeño atisbo de aquella realidad, no tienes más posibilidad que emigrar hacia la belleza del paraje que albergó tanta atrocidad; un lugar y unas condiciones, que desgraciadamente, no fueron únicas sino frecuentes. Y, aunque no quiero detenerme en más detalles angustiosos, repetiré la visita más adelante porque es necesario digerir tanta tragedia para extraer lecciones del pasado que nos sirvan para evitar atrocidades en el futuro.

Pintura de Jesús Ruiz donada a la AMH Los Barracones.

Después, tuvimos la posibilidad de adquirir el libro de Sergio Riesco Roche » El destacamento penal de Bustarviejo«, libro divulgativo del catedrático de Enseñanza Secundaria en eI IES de la Cabrera y profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid, que profundiza los hechos estudiados y, es un soporte, para evitar el olvido de nuestra historia reciente.

Nos detuvimos a tomar un refrigerio, en la dehesa, testigo circunstancial de lo ocurrido.

Después, proseguimos al encuentro de la vía férrea, los túneles, el viaducto y, por fin, la estación de tren, Bustarviejo-Valdemanco.

Por mi parte, regresé sobre los pasos andados con mi compañero Hatsune, silente, reflexionando sobre la vida oculta de los parajes que atravesamos.

 

Sobre el viaducto.

Viaducto construido por los presos.

 

Gracias, como siempre a los organizadores de la jornada, y a los que me habéis facilitado información y fotografías. He pretendido ser más breve, no sé si lo he conseguido.

¡Hasta pronto, camineros!

Como alguno me ha comentado que las fotografías salen muy pequeñas, reseñar que pulsando en la foto, ésta se amplia ocupando la pantalla y, sobre todo en los paisajes, se aprecia mayor detalle.

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