Una veintena de camineros que no se arredró ante las inclemencias del tiempo (lluvia, viento y frío), emprendimos la marcha desde la estación de ferrocarril de El Escorial, atravesando parte del pueblo para llegar hasta el puente medieval sobre el río Aulencia, que nos llevó a un camino paralelo a las vías del tren.
Cruzando estas por otro puentecillo, seguimos avanzando a pesar de las amenazadoras nubes grises que nos ocultaban los característicos picos de El Escorial por el GR10, entre dehesas de fresnos y rebollos. Nos desviamos después por otro camino que nos permitió ver un trozo de una calzada romana y por el que llegamos hasta la llamada Silla de Felipe II. Que fuese realmente el punto desde el cual el rey seguía las obras del monasterio, o que se trate de un altar vetón, es indiferente para disfrutar de las espectaculares vistas que desde allí se perciben de todo el entorno, desde el bosque de la Herrería hasta la llanura madrileña.
Tomamos a continuación otro camino que, bordeando Las Machotas, nos condujo hasta la estación de Zarzalejo, desde donde tomamos el tren hasta nuestro punto de origen en El Escorial, no sin antes habernos calentado junto a la chimenea de un bar del pueblo.
A pesar de los malos augurios, solo sufrimos algunas ráfagas de viento, pero finalmente el día se abrió, ofreciéndonos una atmósfera resplandeciente de claridad; pisamos un poco de nieve, pero no nos mojamos. Un perfecto día de invierno para gozar una vez más de esta zona tan privilegiada por la naturaleza y tan cargada de historia como es El Escorial.