El 6 de octubre asistimos a la segunda intervención de Jesús Ruiz Fernández en el ciclo de conferencias, que la Sociedad Caminera del Real de Manzanares, en colaboración con el Ayuntamiento de Torrelodones, está realizando presencialmente después de la pandemia. En este caso el tema fue “Torrelodones en el camino a la enigmática magia de El Escorial”, continuación de la charla del 22 de septiembre, “Un emperador pernocta 36 años en Torrelodones”.
En esta segunda parte, se trataba de abordar alguno de los arcanos que envuelven al monasterio Laurentino, especialmente los que tuvieran relación con Torrelodones. Para lo cual, el conferenciante comenzó por el misterio de la parrilla, a propósito del puente
herreriano sobre el río Guadarrama, el cual la luce en cada uno de sus frontales. Puente dejado de la mano de Dios, que requiere un acondicionamiento urgente.
Jesús Ruiz estimó que la parrilla, emblema de El Escorial, y, por tanto, del imperio español, tenía un carácter ético y expresaba el significado de la vida en nuestro Siglo de Oro. Lo cual le dio oportunidad para referirse al magnífico retrato que Sofonisba Anguissola realizó al Rey Prudente, pintora italiana invisibilizada históricamente por su condición de mujer y a la que empieza a redescubrírsele ahora.
El conferenciante relacionó con la parrilla, el enigma de la desviación del monumento 12 grados al nordeste, lamentando, que las Casas de Oficios construidas enfrente de la puerta principal de San Lorenzo de El Escorial, impidan contemplar el magnífico espectáculo de la puesta de sol tras las montañas. También interpretó, el canto del Oficio Divino por los jerónimos sobre la “Boca del Infierno”, como una representación teatral de la Ciudad de Dios. A propósito de lo cual, y, después de entretenerse en la descripción del fresco de la bóveda del coro, afirmó, que con el tiempo cambian los contenidos de la vida, pero que persisten las estructuras.
Antes de entrar en el principal misterio, el de la ubicación de El Escorial, que tanto ha favorecido a Torrelodones al estar a cinco leguas (distancia que hasta hace nada se recorría en las jornadas de viaje), el conferenciante no podía dejar de referirse a la alquimia, la cual se practicaba en la torre de la Botica, donde se originó un “sospechoso” incendio en 1577. Finalmente, Jesús Ruiz se refirió a la debatida cuestión, de si fue antes Madrid o El Escorial, y nos sorprendió gratamente, cuando manifestó, que desde el primer momento el rey tenía claro construir el monumento en algún lugar del Real de Manzanares (al fin y al cabo, somos la Sociedad Caminera del Real de Manzanares). Mucho se ha conjeturado sobre la razón de que se levantara El Escorial al pie de las Machotas, en un lugar tan desierto entonces. Las razones oficiales no convencen, es lógico que haya aparecido las mágicas. A las cuales, el ponente no se cerró, pues aseguró que, como novelista, había aprendido que la realidad supera a la ficción y que había tenido ocasión de comprobarlo numerosas veces, al tiempo que se documentaba sobre esta época de nuestra historia al escribir “El manuscrito de El Escorial”.

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