Después de haber tenido que postergar esta visita por las malas condiciones climáticas, por fin conseguimos acercarnos a las tierras abulenses de la familia de nuestro guía, Alberto, para visitar los restos arqueológicos del castro vetón de Ulaca y el pueblo de Oco, en el valle de Amblés, que se vio amenazado, hace poco, por la apertura de una mina a cielo abierto que, afortunadamente, la movilización y la presión social ha conseguido paralizar.
El esfuerzo de subir la tendida cuesta que conduce hasta lo alto de la colina en la que se asienta el castro de Ulaca merece la pena, tanto por las maravillosas vistas de las que se puede disfrutar sobre todo el valle del Amblés como por los restos, poco excavados, pero muy bien explicados, del castro vetón.
Alberto nos entretuvo contándonos todos los aspectos más o menos conocidos del pueblo vetón, como sus dioses o sus actividades económicas.
A la bajada, volvimos a tomar el autobús para dirigirnos, por unas estrechas carreteras provinciales, hasta el pueblo de Oca, donde visitamos la necrópolis de tumbas excavadas en roca, y donde Isidro, doble campeón de arar derecho en su juventud, nos contó toda la historia y las historias de este pequeñísimo y casi deshabitado pueblo abulense, que conserva algunos meritorios ejemplos de la típica arquitectura de montaña, con sólidos muros de piedra y cubiertas de madera y retama.
Desde aquí no podemos más que agradecer la enorme simpatía y amabilidad con la que nos recibieron en Oco, donde comimos antes de volver a tomar el autobús de vuelta a Madrid, sin olvidarnos de hacer la consabida parada en Los Cuatro Postes para hacernos la foto de grupo con las murallas de Ávila al fondo.