En un esplendoroso día de final de verano con unas condiciones climáticas inmejorables, los Camineros nos subimos al autobús en Torrelodones, a las 8:30, para desplazarnos al aparcamiento del puerto de Cotos. Allí, junto a la fuente de Bernaldo de Quirós, empezamos a caminar por esta extraordinaria zona de nuestra Sierra, cargada tanto de valores ecológicos y paisajísticos como de historias e Historia.
El primer tramo de nuestro recorrido conserva todavía trazas del antiguo camino que unía El Paular con el Real Sitio de La Granja, pudiéndose observar restos de muretes semiderruidos y zonas de empedrado. Luego, este camino histórico se transforma en una pista forestal moderna, que da fe de la importancia que han tenido (y siguen teniendo) estas impresionantes plantaciones de pino silvestre, desde el punto de vista económico y, por supuesto, en cuanto a la generación de hábitats y de paisajes.
Esta pista nos llevó, a la sombra y al olor de los pinos, hasta la Cueva del Monje, una interesante formación de rocas caballeras que ha dado lugar a diversas leyendas. Desde allí, nos desviamos a la derecha para subir hasta los restos de las fortificaciones del ejército golpista del Cerro del Puerco, triste recordatorio de la cruel batalla de La Granja entre mayo y junio de 1937. En este excepcional balcón natural descansamos un rato para dar buena cuenta del bocadillo y gozar de unas impresionantes vistas de los inmensos pinares de un lado y de la llanura castellana segoviana de otro, pudiendo distinguir el río Eresma, la ciudad de Segovia, la fábrica de vidrio de La Granja, su palacio y sus jardines, y la torre que se alza como vestigio único del Palacio de Valsaín, muestra una vez más de la desidia de los poderes públicos con el patrimonio histórico y artístico.
El descenso final hacia la Pradera de Navalhorno transcurrió por un agradable camino entre jaras, retamas y robles hasta las ahora abandonadas instalaciones del aserradero de Valsaín, y desde allí por una preciosa veredita entre la valla del Parque y el municipio de Valsaín hasta las instalaciones del CENEAM, donde volvimos a subirnos al autobús para regresar a Torrelodones, con el deber cumplido de haber disfrutado una vez más de un paseo por estas tierras segovianas, con las interesantísimas explicaciones sobre su naturaleza y su historia de nuestro guía, Ángel, a quien desde aquí agradecemos habernos descubierto este precioso camino.